
Después me moría de ganas por acabar la universidad y empezar a trabajar.
Después me moría de ganas por casarme y tener hijos.
Después me moría de ganas de que mis hijos fueran a la escuela para poder volver a trabajar.
Después me moría de ganas por jubilarme.
Y ahora, me muero... y de repente me doy cuenta de que, poco a poco, me olvidé de vivir.
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