
John: ¿Estará allá mi tía?
Cesar: Oh, y tanto que sí. Está esperándote.
John: ¿Me gustará vivir con ella?
Cesar: Hijo, vas a caer en muy buenas manos.
John: ¿Me querrá?
Cesar: Por supuesto. Tiene un gran corazón.
John: ¿Tendré mi propia habitación? ¿Me dejará tener un muñeco?
Cesar: Lo tiene todo preparado para ti.
John: ¿Crees que se habrá ido a dormir antes de que lleguemos?
Cesar: Oh, no! Ella te estará esperando. La verás ahora al pasar estos árboles. Verás la luz de la vela por la ventana.
Efectivamente, al acercarse a la casa John pudo ver la vela en la ventana y a su tía esperándole en la entrada. Mientras él se acercaba tímidamente al porche, ella descendió el par de escalones, lo abrazó cariñosamente, lo besó y le dijo: "Bienvenido a casa hijo."
John Todd creció en la casa de su tía y acabó convirtiéndose en un gran misterio. Ella, fue toda una madre para él, le había dado un segundo hogar.
Años más tarde su tía le escribió para hablarle de su cercana muerte debido a su enfermedad. Se preguntaba qué sería de ella, la muerte le inquietaba.
Esto es lo que John Todd le escribió de respuesta:
Mi querida Tía,
Hace años, dejé una casa donde había venido la muerte y no sabía donde iba a ir. No sabía si alguien se preocuparía por mi o si aquello sería el fin. El camino fue largo, pero el sirviente no paró de darme ánimos. Finalmente llegué, me abrazaste y tuve un nuevo hogar. Se me estaba esperando y me sentí seguro. Lo hiciste todo por mi.
Ahora es tu turno de partir. Te escribo para hacerte saber que alguien te está esperando con los brazos abiertos, tu habitación está preparada, la luz encendida y la puerta abierta. Lo sé. Una vez via a Dios en la puerta de tu casa... hace muchos años!
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