
En su camino se encontró con un asaltante, que le robó su asno y las alforjas con valiosos libros y objetos.
Al día siguiente, cuando se estaba lamentando de su suerte en la casa de té, alguien le preguntó.
- Pero, ¿por qué dejó que se llevara sus posesiones, Mulá? ¿No tenía los medios para detenerlo?
- Si mis manos no hubieran estado ocupadas - dijo el Mulá - ¡hubiera sido otra historia!
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